lunes, 27 de agosto de 2007

El Rey David



Por primera vez, desde que tengo mi blog, escribo sobre una de las pasiones de mi vida: el béisbol. Inexplicablemente, nunca comenté acerca de algo relativo a este deporte. Sin embargo, espero que este sea el primero de muchos post concernientes a la pelota caliente.

Este año hemos sido testigo de momentos de gloria en las Grandes Ligas. Vimos al Inmortal, Luis Aparicio, develar una estatua en su honor, en el U.S Cellular Field de Chicago, hogar de sus amadas Medias Blancas. También fuimos testigos del 50º aniversario de la incursión a las mayores de Jackie Robinson, la primera persona de color en ingresar a las Grandes Ligas, en tiempos manchados por el racismo.

Recientemente, Barry Bonds destronó al Rey del Jonrón, Hank Aaron, de un sitial que jamás se pensó tendría sucesión: 655 jonrones de por vida. Y la marca continúa dilatándose.

Pero el objetivo de esta entrada es resaltar el retiro del número 13 de la nómina de los Rojos de Cincinatti, el mismo del gran David Concepción. El maracayero ve alcanzado otro peldaño hacia Cooperstown con este suceso, que engalana el deporte venezolano y latinoamericano.

Con un palmarés que incluye cinco guantes de oro, siete selecciones al Juego de las Estrellas (siendo el más valioso en la edición de 1982), un average de por vida de 267. y la exaltación al Salón de la Fama de los Rojos, el retiro de su número de la suerte viene a ser la declaración del respeto que se siente por Concepción, a tal punto de que, desde que se retiró, nadie ha vuelto a usar esa estampa.

Diecinueve temporadas lució la camiseta roja, sin mencionar que fue parte de la indetenible Maquinaria Roja, en la década de los 70, y conquistó la Serie mundial del ‘75 y ’76. Ahora, se une al selecto grupo de sus antiguos compañeros como Tany Pérez, Johnny Bench y Ken Griffey (padre).

En esta oportunidad, el Great American Ball Park se vistió de gala con un nuevo número en sus alrededores. A Concepción se le quebró la voz en par de oportunidades mientras daba su discurso de agradecimiento y las banderas venezolanas plenaban las graderías del coso.

El Rey fue motivo de inspiración para grandes peloteros de la talla de Omar Vizquel, Alex González y Luis Sojo, destacando no solo el aspecto profesional sino su gran personalidad y sobre todo su humildad.

David, Dave o Davie, como quieras que te llamen, dejaste una huella imborrable en el deporte más bonito del mundo. Estoy seguro de que esto es un reflejo de tu futuro ingreso al Salón de la Fama.

Bravo, David!!! Venezuela te aclama, este es tu momento, disfrútalo.

sábado, 18 de agosto de 2007

Des(mas)carado



Desde el mismo instante en que Chávez salió con la loca idea de reformar la Constitución, era obvio que algo malo se avecinaba.
Y así fue. Todos los rumores sobre la modificación de algunos artículos, que obstruían su paso a la innegable dictadura, eran ciertos. El presidente cumplió su cometido: surcó el camino para terminar de jodernos.
El asunto es tan delicado, o mejor dicho, tan descarado, que hasta él mismo se corta a la hora de su planteamiento. En la presentación de la propuesta de reforma constitucional, donde el platillo fuerte era la reelección indefinida, sólo le dedicó tres míseros minutos a ese tópico.
Claro, de las cinco horas que mantuvo en su asiento a los parlamentarios soñolientos, bastante rato habló sobre su anhelado cambio político-territorial del mapa venezolano. Tanta pendejada que habló, cuando llegó al poder, sobre la centralización, que el poder no debía concentrarse sólo en Caracas, ahora unifica gran parte del territorio y crea nuevas denominaciones para las regiones como ciudades federales, regiones marítimas y, las peores o más sospechosas, regiones especiales militares.
Sin embargo, no a mucha gente le fascinó la idea y hasta me atrevería a asegurar que será desechada. A menos, claro, que intervenga el CNE.
Chávez nos está cansando y todo se conjugó para incrementar ese sentir. La valija con 800 mil dólares, que tenía por destino a Argentina y de la cual no se conoce absolutamente nada, sólo su portador; los escándalos que provoca a diario la administración de PDVSA y, ahora, lo de la bendita reforma.
Casi no será demagogo el presidente que, en aras de conseguir una aprobación unánime sobre las modificaciones, planteó reformular el horario de jornada laboral de ocho a seis horas. Sí, por supuesto, como nuestra economía es tan parecida a la china…
Votemos, o mejor, vetemos la trampa que nos quiere tender el “Supremo de Miraflores”.