miércoles, 16 de mayo de 2007

¡¡¡Estoy menopáusico!!!

Bueno, en ese título hay dos grandes mentiras: no puedo sufrir de ataques menopáusicos porque apenas cuento con 21 años de edad y mucho menos porque soy del sexo masculino. Sin embargo, en Maracaibo, la ciudad donde vivo, se ha convertido en un núcleo de vaporosos achaques y no precisamente por ser “la tierra del sol amada”.
La onda tropical, que se encuentra por encima de la región, ha suprimido los intensos rayos ultravioletas que tanto atosigan a los maracuchos, pero a su vez, las espesas nubes han convertido al territorio en una olla de presión, en la que el vapor lleva el rol principal.
Es que hay que verlo para creerlo: el paisaje de la ciudad se difumina entre densas nubes blancas, semejantes a la neblina de los páramos andinos, sólo que muy lejos de serlo. El horizonte se pierde por una pared blanca y nosotros nos “asamos” bajo ella.
Sólo hace falta salir a la calle para constatar la inaguantable ola de calor de la que somos victimas. Personas empapadas en sudor son el panorama de hoy en día, me atrevería a decir que peor de lo acostumbrado.
Y claro, yo no iba a ser la excepción. El calor está haciendo estragos en mi persona, el agotamiento cada vez se hace más presente en mi rutina diaria y mis ganas de convertirme en reportero de calle se terminaron de extinguir, por fin.
Se dice que todo esto es una especie de ilusión, puesto que la temperatura no ha rebasado los 35º. Por supuesto, nadie lo cree.
Y mientras estos calores continúen con su misión de atormentarnos, seguiremos sintiéndonos como vieja menopáusica y batallando contra los vaporones de la misma manera que ellas: a fuerza de baños.